La segunda parte fue una propuesta totalmente diferente. El órgano es uno de los instrumentos más complejos que existe, por su técnica, por su dificultad y por su mecanismo. 3772 tubos son los que conforman el enorme e impresionante instrumento del Palau de la Música, que Joan Seguí hizo sonar de una forma magistral.
La pieza que presentó, Fantasía y fuga sobre el coral “Ad nos, ad salutarem undam”, S. 259de Franz Liszt, es una de las más famosas e interpretadas para órgano. La primera sección, con la libertad propia de una fantasía, fue una demostración del control y gusto del músico, seguida por un Adagio central grave donde instrumento e intérprete hicieron resonar la sala y consiguieron dejar mudo a un público bastante ruidoso. La gran fuga final, de tempo rápido y carácter decisivo, fue la exhibición necesaria para acabar de constatar las posibilidades virtuosísticas del instrumento (por si a alguien todavía le quedaba la duda).
Una noche alterada por el bullicio de un aniversario polémico que las paredes y la música del Palau mitigaron. Y un ciclo que promete ser, una vez más, un referente del talento joven del país.
PAULA SÁNCHEZ LAHOZ
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